¿Conocéis esa sensación
de sentirte el rey del mundo? Pues es lo que experimentas cuando estas montado
en un parapente. Esa libertad, el aire en la cara, estar más alto que las
propias montañas. Es una sensación bellísima.
La primera vez que lo
hice era un enano. Estaba en los Pirineos de vacaciones y unos amigos me
animaron. Me advirtieron que me iba a encantar y querría repetir, y la verdad es que acertaron de pleno. También es cierto que acepté la propuesta sin pensar y yo
creo que es la mejor manera de hacer este tipo de cosas.
Luego me di cuenta que había
dicho que sí a algo sin saber exactamente en que me estaba metiendo. No había
visto muchos y no sabía nada acerca de este deporte, así que decidí informarme.
En las oficinas me contaron qué , dónde y cómo se hacía. También me
explicaron los riesgos y como era menor, me preguntaron si tenía el
consentimiento de mis padres.
Llegado el día fui a
Castejón de Sos, un pueblo cercano a donde yo me hospedaba. El pueblo tenía un camping
donde estaban los monitores y los coches preparados para salir. Una vez allí,
me monté en un todoterreno junto a 5 personas más, y nos marchamos al monte. Durante el
trayecto me preguntaban la edad, ya que estaban sorprendidos de lo joven que
era, el motivo por el que quería tirarme en parapente… A mi lado iba montado un
tío de unos 30 años, con pelo largo y rubio, estaba aparentemente tranquilo.
Hablamos casi todo el camino. Yo en ese momento no lo sabía, pero después
descubriría que ese tipo con el que había entablado conversación iba a ser mi
instructor durante el vuelo. Y por cierto, se llamaba Arnau.
A la media hora de
viaje, el conductor paró el coche. Nos bajamos y fuimos a una ladera con algo
de pendiente. Allí desplegaron todos sus parapentes, nos vestimos con los
monos, cascos, guantes y demás. Después de comprobar que me había ajustado
correctamente el arnés, Arnau me explicó que tenía que hacer cuando fueramos a saltar. Cuando tuvimos el viento en la dirección correcta, me hizo una
señal para que empezara a moverme. Y ahí estaba yo, corriendo con todas mis
ganas sobre una ladera sin importarme que a escasos metros hubiera un
precipicio muy alto.
Hubo un momento en el
cual, mis pies seguían corriendo pero por el aire. ¡Estaba volando! En ese
momento mi cara era de asombro, no me lo creía. Ya, cuando asimilé que estaba en
el aire, miraba hacia abajo y poco a poco, las casas, los árboles, los coches
se iban haciendo más y más pequeños y yo me sentía superior. Una sensación de
libertad recorrió todo mi cuerpo. Era genial. Tuve la suerte de contemplar unos
paisajes preciosos. Veía montes verdes y montes helados, los pájaros pasaban a
nuestro lado, éramos como uno más dentro de su grupo. Algo que siempre guardaré
en mi memoria es cuando vimos un quebrantahuesos, un animal increíble.
Hicimos acrobacias, nos
metimos en tubos de aire para subir lo más alto posible… Y cuando mejor me lo
estaba pasando noté que nos estábamos desviando hacia un descampado inmenso.
Ahí deduje que la aventura estaba llegando a su fin pero yo no quería y le pedí
si podíamos estar un poco más. No se podía pero yo creo que me vio tan
emocionado y con tantas ganas de más, que sin decir palabra, cambió el rumbo y
volvimos a las alturas.
Al cabo de un rato,
volvimos a sobrevolar la zona del descampado. Esta vez sabía que no me iba a
dejar más tiempo así que no lo intenté. Cuando escogió un sitio bastante amplio
para aterrizar, Arnau me indicó que tenía que hacer para aterrizar, que era básicamente
lo mismo que para despegar, únicamente correr.
A los pocos minutos, empezamos a descender.
Estaba atento al suelo para empezar a correr y poder aterrizar sin ningún
percance y así fue, un aterrizaje perfecto.
Una vez que puse los pies
en el suelo, y me estaba quitando el mono, me notaba cansado pero por mi cuerpo
aun recorría una sensación increíble que no se puede explicar con palabras. Me
dije a mi mismo que volvería a repetir aquella maravillosa experiencia y así
fue, ya que al siguiente verano, allí estaba yo, con las mismas ganas o más de
volver a repetir ese momento inolvidable.